domingo, 13 de septiembre de 2015

CONVENCER A LOS DEMÁS. Y POR QUÉ NO, CONVENCERNOS NOSOTROS MISMOS (2)


CONVENCER A LOS DEMÁS. Y POR QUÉ NO, CONVENCERNOS NOSOTROS MISMOS (2)

estrés, ansiedad, depresión, malestar, cerebro, mente, consciente



         Andábamos en la anterior entrada valorando una serie de técnicas, bastante simples; que nos ayuden a convencer a otras personas, cuando la tarea no es demasiado fácil. Comentábamos, que como en muchos aspectos de la vida diaria, la empatía era básica; mezclada con algo de intuición, lógica y emociones. Para convencer a alguien y a nosotros también. Con esta práctica, conseguimos evitar esa cierta carga de estrés, nerviosismo, ansiedad que muchas veces vivimos al razonar con los demás. Habíamos valorado algunas, así que sigamos:  

·        Técnica desorganiza-replantea

         Las relaciones sociales son como un baile de pareja, acompasado y rítmico, donde cada persona anticipa los movimientos del otro y prepara una respuesta. En una discusión, cuando intentamos convencer a alguien, se aplica el mismo principio. Entonces, ¿qué pasaría si uno de los dos se saliese de ese “guión” al que estamos acostumbrados?

         En 1999 unos psicólogos comprobaron qué sucede cuando intentamos convencer a alguien saltándonos un poco los convencionalismos. Estos investigadores se dieron a la tarea de vender tarjetas para un ente de caridad local. Sin embargo, usaron dos estrategias diferentes, con algunas personas asumieron un enfoque tradicional: les dijeron que les daban 8 tarjetas por 3 dólares. Lograron que el 40% las compraran.

         La segunda estrategia consistía en desorientar a las personas y replantearles la cuestión: les dijeron que vendían 8 tarjetas por 300 centavos, y acto seguido agregaron: "¡es una ganga!". Como resultado, el 80% compraron las tarjetas. ¿Por qué?

         Cuando se introduce un elemento disruptor para el que no estábamos preparados, nuestra mente se ve forzada, a cambiar sus patrones de razonamiento. Durante esos instantes se produce una sobrecarga cognitiva, y somos más proclives a aceptar cualquier sugerencia; que pueda parecernos medianamente razonable.

  •             Técnica de la autoafirmación


         A veces es difícil lograr que las personas nos escuchen. ¿Cómo podemos convencer a alguien si no nos da la oportunidad de exponer unas razones?

         La respuesta es simple: poniendo tus argumentos en su boca, porque las personas normalmente le prestan más atención a sus argumentos que a los de su interlocutor, sobre todo cuando intentan ganar a toda costa.

estrés, ansiedad, depresión, malestar, cerebro, mente, consciente

         En realidad,no es tan extraño como suena. De hecho, muchas personas aplican esta técnica de persuasión instintivamente, un ejemplo clásico es cuando la madre no regaña directamente al niño porque ha hecho algo mal; sino que le pide que sea él mismo quien reflexione sobre su comportamiento.

         En los años 50 del siglo pasado, otro grupo de psicólogos se preguntó si esta técnica de persuasión realmente era tan eficaz. Para comprobarlo, idearon un experimento muy sencillo: hicieron grupos de tres personas y eligieron al azar diferentes temas. Una de las personas del grupo tenía que convencer a los otros dos, dándoles argumentos sobre el tema que debía defender. Al final, se evaluaron las posiciones de los participantes y, para asombro de los investigadores, aquellos que actuaron como oyentes no se mostraron muy a favor, pero quienes dieron la “charla”, se mostraron mucho más convencidos. 




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