Cuando hablamos de higiene postural, incluimos multitud de aspectos, factores y situaciones de la vida cotidiana, en los que columna vertebral, acaba siendo el principal protagonista. Es el más importante “instrumento” de trabajo
de nuestro cuerpo. Es una obra de ingeniería sofisticada, que ha
necesitado mucho tiempo de evolución, para cubrir la necesidad de
soportar la gravedad, en los seres humanos (aunque, obviamente el "diseño" primordial ha evolucionado crucialmente).
La conforman huesos,
discos amortiguadores, ligamentos, músculos, articulaciones, parte
del sistema nervioso, vísceras y es diana de influencia
psico-somática.
Todos
estos elementos dan lugar a un sistema inter-relacionado, que además interactúa
con otros. Un problema en una de sus partes influye en el resto: una
articulación dolorida hará que la columna adopte posturas compensatorias, por
ejemplo. La espina vertebral forma parte de un sistema muy complicado de
fuerzas en equilibrio, en el que colaboran en gran manera, cinco grupos
musculares: abdominales, paravertebrales, psoas, glúteos e isquiotibiales. Sin
olvidar, el diafragma, que con cada respiración mueve la columna; por tanto es
importante que la respiración sea plena y profunda.
Pero su nombre es engañoso, pues una
columna es sólo un apoyo. No lo es, la espina vertebral tiene las funciones de
distribuir, mover, estabilizar las fuerzas del cuerpo y proteger la médula
espinal. El peso se transmite hacia abajo y se proyecta hacia arriba a través
de tres líneas: la frontal, va desde el centro de la cabeza, baja por el
ombligo y divide las piernas en dos; la lateral, baja desde el cráneo
por las orejas, hombro, cadera, bajando hasta el centro del talón; y la
parietal que divide el tronco en dos mitades en la pelvis.
Estas líneas
maestras están en equilibrio; éste comienza en los pies, que influyen en los
tobillos, que a su vez lo hacen en las rodillas, pelvis, columna, espalda,
brazos, cuello y cabeza. Una persona con un esquema corporal patológico,
tratará de conservar el equilibrio, concediendo prioridad a la ausencia de
dolor. El cuerpo, adoptará esquemas de compensación, adaptativos, como defensa.
Más adelante, cuando no son posibles más adaptaciones, aparece el dolor. Por
regla general, una persona hasta que no sufre dos o tres crisis de dolor agudo
en la espalda, no suele valorarla.
Los años de experiencia, nos han enseñado que cuando queremos conservar, promover y/o cambiar ese equilibrio tan complicado, debemos ser muy cautos y hay que trabajar distintos aspectos:
la medición de distancias y ángulos nos da mucha información |
- La realización de una exploración morfológica precisa.
- Evaluar el balance morfoestático
- Cuidar y promover la Salud de la espalda y demás, a través de la higiene postural. Y que ésta se convierta en un hábito de salud que realicemos diariamente de forma inconsciente
- Y si, debido a la circunstancia que sea, tenemos que permanecer muchas horas sentados; hacer que esta higiene postural sea mucho más específica.
a través de una exploración morfológica detectamos desequilibrios. |
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