DOLORES Y/O MOLESTIAS DE CRECIMIENTO EN NIÑOS Y ADOLESCENTES (2)
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Hablábamos anteriormente de los famosos cólicos del lactante, y de los dolores que probablemente produzca la erupción dentaria en los bebés. En esta entrada, acabamos de compartir
algunos párrafos sobre los llamados dolores del crecimiento.
Más
o menos a partir de los dos años, pueden aparecer dolores inespecíficos de tipo
muscular, en particular por las tardes o la noche. Con más frecuencia en las
piernas, que pueden manifestarse unas horas o incluso días. Que muchas veces,
tal como aparecen, desaparecen. También el dolor se manifiesta en las
articulaciones como las muñecas, tobillos y rodillas. Es lo que solemos llamar
dolores de crecimiento, de una forma bastante inespecífica.
Como ocurría con los dos
ejemplos anteriores, esta especie de diagnóstico también entraría en esa
especie de cajón de sastre; ya que no existen pruebas diagnósticas precisas
para identificarlos debidamente.
A este respecto encontramos
varias teorías.
Una de ellas dice que no, que
los dolores de crecimiento no existen y que es simplemente el nombre que se le
pone a un dolor en las extremidades cuando se evidencia que el niño no tiene
nada grave. Son dolores en ciertas zonas de las piernas, habitualmente; que no
aumentan al presionar, no se concretan en un punto determinado, sino que se
reflejan en una zona más amplia de forma difusa, y no provocan disfunciones al
caminar. Suelen explicar su aparición como un dolor secundario a haber hecho actividad física el día anterior (saltar,
trepar, correr, etc.) y por eso los dolores de crecimiento se dan más a menudo
en niños.
Sin embargo, otra de las teorías
manifiesta que sí existen, que los dolores de crecimiento son reales porque no
siempre van ligados a una actividad física intensa el día anterior. Según esta
teoría los huesos no duelen al crecer, pero sí pueden doler los tendones que se
insertan en ellos cuando, tras crecer el hueso, los tendones quedan algo más
tensionados, hasta que se produce el crecimiento del músculo en un plazo corto
de tiempo y la molestia cede. Además, también se producen alteraciones en las
medidas de las articulaciones, que promueven rozamientos ligamentosos
indeseados; con lo que con toda probabilidad se produzca dolor, e incluso
ligeras tumefacciones.
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Científicamente no está
demostrada ninguna, pero la verdad es que la experiencia clínica nos dice, que
este tipo de problemas aparece entre los 4-14 años, se describen como hemos
explicado, que incluso las molestias pueden despertarles del sueño profundo; y
que se calman muy bien con masajes, aunque en algunos casos se hace necesario
un analgésico.
No es un cuadro clínico
importante, pero siempre debe ser valorado cada caso de forma individual. Además,
en determinados casos en los que los dolores son agudos, se mantienen mucho en
el tiempo, o nos provocan gran ansiedad como padres; la opinión de un
profesional sanitario debidamente formado y capacitado para ello, se hace
necesaria. En un mínimo porcentaje de casos, pueden ser otros tipos de patologías los causantes del problema, por lo que deben ser valorados.
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