ARCILLAS NATURALES. TIPOS, PROPIEDADES Y USOS
SALUDABLES.
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Ya en tiempos
prehistóricos, las arcillas han sido aprovechadas y utilizadas por el hombre en infinidad de aplicaciones, en su vida diaria; y hoy en día seguimos utilizándolas.
De entre los
múltiples usos, encontramos que se utilizan como tratamientos cosméticos,
recomendables para la piel; con distintos efectos sanos y saludables, además de
otros beneficios añadidos como son el relax, el fomento de la circulación sanguínea,
la mejora del drenaje linfático, y distintos efectos relajantes.
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Así que el uso
de estos suelos sedimentarios tiene un pasado, un presente y un futuro.
Bastante destacado en el campo de la salud de la piel, siempre y cuando se
aprovechen de forma precisa y adecuada.
Más o menos
los historiadores, fijan el uso de la arcilla por el hombre; alrededor de al
menos 25000 años. En tiempos del Paleolítico superior, cuando se encuentran las
primeras figuras de barro secado al sol.
Al igual que
en el ámbito constructivo, religioso y estético, la arcilla fue usada desde el
principio por nuestros antepasados como remedio para el tratamiento de diversas
dolencias y afecciones cutáneas. Seguramente, este uso se descubrió por
casualidad o por observación del comportamiento de la fauna que de forma
instintiva se restriegan en determinados barros heridas, afecciones en la piel
o simplemente para refrescarse a medida que se van secando en contacto con el
aire y el sol.
¿QUÉ SON LAS ARCILLAS?
Son un tipo de
suelo sedimentario, en el que encontramos multitud de variedades; que se
originó a partir de la erosión de rocas ricas en sales minerales, normalmente
rocas metamórficas como el granito. Gracias a ello estos barros disponen de múltiples
propiedades, de las que podemos beneficiarnos.
Presentan diversas coloraciones según las impurezas que contienen, según la composición.
Las encontramos desde el rojo-anaranjado hasta el blanco que es cuando su
pureza es mayor (el caolín es una arcilla de un blanco puro muy utilizada y
valorada para fabricar recipientes).
Se caracterizan
por estar constituidas por partículas que pueden ser extremadamente pequeñas,
prácticamente polvo a simple vista; de superficie lisa que adquieren plasticidad
al ser mezcladas con agua.
Por otro lado,
se vuelven duras y sonoras al ser calentadas por encima de los 800ºC
aproximadamente (tienen distintas temperaturas de solidificación).
Sus distintos
beneficios, al aplicarlas en la piel, se deben a que establecen un mecanismo de
intercambio con la superficie cutánea; absorbiendo las impurezas de la piel,
mientras remineraliza y restablece el equilibrio graso de la epidermis. Además
tienen efectos sedantes, calmantes, relajantes y hasta sedativos. En la
siguiente entrada profundizaremos más en su funcionamiento, y en los distintos
tipos de arcillas que utilizamos.
OTRAS ENTRADAS:
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