MASAJE SENSITIVO, GLÚTEOS
Los
glúteos son unos músculos grandes y potentes, muy agradecidos a las técnicas de
quiromasaje. Un masaje en esta zona, además de completar la descarga de la
espalda, produce una gran sensación de relajación muy placentera. No obstante,
es IMPRESCINDIBLE que estén distendidos, porque si no, la sensación no es tan
agradable.
Además,
en las nalgas y en las zonas adyacentes de los muslos (en particular en las
caras internas) hay multitud de terminaciones nerviosas, dando lugar a una gran
zona erógena, de alta sensibilidad y fácil estímulo. En algunos trabajos, las
técnicas en esta zonas las
incluyen dentro del mal llamado “masaje orgásmico”
(supuestamente, todo con muchas comillas, basado en el masaje hindú, el tantra
y el masaje tradicional chino) y de las primeras zonas muy sensibles a
estimular de cualquier persona, sea del sexo que sea.
La
persona que recibe el masaje sigue tumbada boca abajo (decúbito prono) y debe
tener distendidos los muslos y los glúteos. Extendemos por toda la zona
suavemente aceite y crema, sin presión, como una primera caricia de
aproximación, en ambas nalgas y muslos, y en la zona perineal alrededor del
ano.
Colocamos
las palmas de las manos bien extendidas y abiertas, justo en el centro de cada
nalga. Con los brazos rectos, cargamos parte del peso de nuestro cuerpo para
ejercer presión con el talón de las palmas y el resto de la mano, que
mantendremos unos segundos. Soltaremos y haremos lo mismo un par de veces,
desplazando la zona de contacto hacia fuera. En algunos trabajos a esta técnica
se la denomina “con las manos llenas”.
Seguidamente, como vemos en la imagen, colocaremos las manos con los
dedos dirigidos a los laterales de la columna en la parte baja de la cintura.
Con los dedos bien extendidos y juntos bajaremos, primero de forma más lateral,
hasta la parte de atrás de la rodilla (zona poplítea). Al llegar aquí, rotamos
un poco las manos para que “abracen” el muslo por la cara interna y suben hacia
la zona genital y el borde inferior de los glúteos, hasta la posición de
inicio.
Volvemos
a realizar el movimiento, pero en vez de ser tan lateral, recorremos la zona
más central. El último vaivén lo iniciamos, con las yemas de los dedos de ambas
manos enfrentados, en el comienzo del surco ínter-glúteo.
Después,
con ambas manos, amasamos primero una nalga y después la otra. Los movimientos
serán amplios, lentos y con cierta presión abarcando toda la zona. En las
caderas, nalgas y zonas carnosas de la espalda también podemos aplicar suaves
pellizcos (obviamente placenteros) y el amasamiento con las manos podemos
sustituirlo por un cuidadoso trabajo de la zona con los pulgares, haciendo
movimientos rápidos, cortos y alternados, de forma circular o apretarlos hacia
arriba. Después seguiremos con los muslos y el resto de las piernas.
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