viernes, 2 de mayo de 2014

ALIMENTACIÓN ¿UNA AMISTAD PELIGROSA? y 2------HERRAMIENTAS CONTRA EL ESTRÉS.

ALIMENTACIÓN 
¿UNA AMISTAD PELIGROSA?  y 2-
-----HERRAMIENTAS CONTRA EL ESTRÉS.

        Publicado en Facebook  "héroes del pensamiento" grupo de filosofía

                 Cuando vivenciamos situaciones límite, como puede ser estar deprimido, muy estresado, momentos en los que peligra la vida, pérdidas graves; descubrimos que nuestra reacción o manera de superar esa crisis, puede ser absolutamente impensable e incomprensible. Teniendo en cuenta  que la mejor persona que debería conocernos, debería ser nosotros mismos.
         Distinguimos en esa reacción, una mezcolanza de instinto y pulsiones, hormonas, gasto energético, vivencias pasadas, conocimiento, intelecto, necesidad, recursos… Pero en particular, la pulsión es la que influye a la hora de conseguir que nos abalancemos hacia la nevera repleta de chocolates lista y "ofrecida" a ser vaciada. Sin ese irreflenable ímpetu, en condiciones más o menos normales, reaccionaríamos de otras maneras.

         Hablar de pulsiones, es hablar en palabras expresadas por Freud y el psicoanálisis, que como sabemos; el tiempo ha hecho que evolucionaran, maduraran e incluso se adaptaran a nuevos conocimientos y experiencias. Freud considera la pulsión como un impulso psíquico típico de la especie humana. Es algo dinámico, donde influye experiencia del sujeto, y su historia ontogenética (la referida al desarrollo de
 éste, en llanas palabras). 

        Don Sigmund define con este término a las fuerzas derivadas de las tensiones somáticas en el ser humano, y las necesidades del ello,  Ubicadas entre el nivel somático y el nivel psíquico. Provocadas por diferentes fuentes, por lo que se manifiestan de distinta manera (pulsión de vida o Eros, muerte o Thanatos, sexuales, pulsión de saber, etc.); y que carecen de objeto predeterminado y definitivo. También intenta establecer de forma clara la diferencia entre instinto y pulsión:

  • instinto designa al impulso provocado ante una excitación y una tensión corporal, hacia diversos objetos, que si consigue el objetivo hace que disminuya la presión.
  • la pulsión, que a diferencia del instinto, nunca queda satisfecha completamente.

         Como en tantos temas, en éste hay distintas corrientes disyuntivas, propiciadas por conductistas, psicólogos del yo y cognitivos.  
         Un tiempo más adelante, Lacan habla de una dinámica de las pulsiones: toda pulsión es originada a partir de una "falta original" representada por un objeto, casi siempre de naturaleza instintiva. Cada pulsión se dirige a una momentánea meta (o "goal") dirigida a ese objetivo máximo, muy dificultoso. Por lo que a la hora de llevar a la práctica la pulsión, es más accesible acceder a objetos momentáneos de satisfacción. Y nos encontramos, con que la pulsión está insatisfecha y vuelve a re-iniciarse el proceso. Y no tiene por qué acceder a distintos objetos momentáneos de placer, puede ser el mismo siempre. Si volvemos a la nevera, volveremos a buscar siempre el mismo alimento o similar (la famosa tableta de chocolate).

         Desde mi punto de vista, en términos más llanos, cuando estamos sometidos a graves tensiones, el subconsciente se abre camino a través del dolorido consciente, inhibiéndolo, para conseguir algo que produzca cierto grado de placer a la persona (aunque sea de corta duración) con lo que el consciente descarga algo de esa presión, y puede seguir funcionando un tiempo, hasta que vuelve a "recalentarse". El subconsciente hace funciones de disco duro en nuestros ordenadores: graba absolutamente todo lo que acontece en la vida (incluso archivos que han sido borrados, quedan restos) y busca qué situaciones conocidas, pasadas; han provocado satisfacción, relajación y/o placer y las lanza a través del sistema con todos los recursos de los que dispone. El consciente adoptaría el papel de procesador del sistema; ese procesador que alcanza altas temperaturas y necesita de ventiladores para disipar el calor, e incluso puede llegar a apagarse para evitar mayores daños; re iniciarse, o directamente, se funde.



         Y todo esto, para entender por qué nos vemos impelidos hacia determinados alimentos, muchas veces de forma compulsiva, en momentos de máxima tensión psíquica y/o física. Alimentos, tabaco, colas… Espero que esta lectura, sirva para que cuando sufráisesa pulsión, para ser capaces de transformarla con vuestro consciente, en algomás sano y relajante en los malos momentos. Si adoptáis este hábito, desde luego mente y cuerpo lo agradecerá; tendréis que practicarla a menudo, el cerebro es un "vaguete" a la hora de cambiar ciertas cosas. No siempre lo conseguiréis, pero bajo ningún concepto dejéis que el sentimiento de culpa os invada; porque desde luego, lo habréis intentado.
        
         Freud me cansa demasiado, lo sé; voy a meterle mano a unos donuts con chocolate que me esperan en la nevera…

         Salud para todos.
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