LA ENERGÍA DE LA VIDA y 3
Esta
energía no es tan fácil de utilizar.
El ki hay que entrenarlo, tenemos que sensibilizarnos; hasta el punto de
que seamos capaces de sentir y utilizar; nuestra energía con delicadeza y
precisión. Esta sensibilización de nuestros sentidos y cuerpos, es lo más
difícil; lo que más tiempo requiere.
Hacernos
conscientes del ki no debería suponer un esfuerzo especial por nuestra parte,
sino que tendría que ser algo natural. Hay aspectos puramente lógicos que nos
desensibilizan. Por eso es necesario el entrenamiento, nuestra mente y cuerpo;
cambian contínuamente entre tensión y relajación. Todo el movimiento se basa en
alternar esa tensión y relajación. Los órganos internos también se rigen por
este estado.
Día a día, el ritmo de las necesidades y los
objetivos, de nuestra vida; nos fuerzan a una situación en la que la tensión,
cobra importancia. La
relajación deja de
desempeñar su relevante papel. A veces
se vuelve tan marginal, que apenas puede decirse que exista. Provocando una
amplia variedad de dolencias y molestias. Hemos perdido el equilibrio entre
tensión y relajación. Muchos de nosotros
estamos condenados, a una vida de incomodidad debido a la tensión.
Además
hay otros muchos factores que nos hacen perder sensibilidad, principalmente por
nuestro bien; como mecanismo de defensa. El ritmo de nuestra vida, la cantidad
de estímulos que tenemos que afrontar todos los días; nos guste o no provocan
una carga sensorial excesiva. Si mantuviéramos la sensibilidad natural no lo
soportaríamos. Hemos evolucionado hacia la tecnología, nos hemos alejado mucho
de la naturaleza; por eso tener un cuerpo naturalmente sensitivo, una mente
sensitiva; probablemente acabaría con nosotros.
Entrenarnos,
sensibilizarnos hacia esa energía que nos rodea; restablece simplemente el
equilibrio entre tensión y relajación. El ki introduce tensión allí donde hay
una carencia, y produce relajación; cuando existe una deficiencia. Como estamos
inclinados hacia la tensión, trabajar nuestra energía, es una técnica de relajación.
La
energía, el ki no entiende distinción entre la mente y el cuerpo. Lo entiende
como una unidad. La energía al influir en nosotros, provoca factores mentales y
físicos; que debemos tener en cuenta a la hora de hacernos más sensibles.
Esta
energía es inagotable, porque no se pierde. Siempre se transforma, se alimenta
a sí misma. Se expande, cuanto más activamente la utilicemos, la transmitamos;
más energía tendremos.
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Podemos
decir que el ki, es una energía que alimenta a toda la materia viva. Está
sujeta a estímulos externos, a cambios climáticos; accidentes... Responde a los estímulos internos como la
ansiedad y el estrés. Cuando está baja,
estás triste; te sientes deprimido y sin fuerza. Cuando está alta, nos sentimos
estupendamente. La energía no te hará más guapo, más delgado o más musculoso;
pero te volverá más enérgico, concentrado, relajado. Conseguir concentrar una
mínima cantidad de ki, sin esfuerzo; es algo muy vivificante. Te sientes con
entusiasmo, con la fuerza que tenías en la infancia; y tendrás disposición y
capacidad, para conservar la salud y la de los demás.
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