martes, 8 de diciembre de 2015

VIVIR CON LAS CRÍTICAS (2). SOBREVIVIR AL ESTRÉS, A LA ANSIEDAD Y A LA DEPRESIÓN

VIVIR CON LAS CRÍTICAS (2). 

SOBREVIVIR AL ESTRÉS, A LA ANSIEDAD Y A LA DEPRESIÓN


     En la anterior entrada, comenzamos a valorar cómo vivenciar de distinta manera, las críticas. Son parte de la vida, por lo que es más interesante tratar de manejarlas en nuestro favor.   Así que hay que fomentar el desarrollo de cierto grado de seguridad y confianza en uno mismo. Esto nos ayuda a interpretar correctamente la realidad, a reconocer nuestros errores, valorar nuestros éxitos, mejorar en lo que debemos, etc. Conseguir esto hará que cualquier comentario crítico, en lugar de afectarnos negativamente, podamos usarlo para sacarle la parte positiva para mejorar y superarnos. O simplemente, decidir claramente que esa realidad ni me va ni viene; o que ese punto de negatividad no lo vivamos en un grado alto, minimizándolo.
 
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         Pasemos al caso práctico, en el que mantenemos una conversación con alguien; y de repente nos suelta la crítica; la bomba. Es importante que tengamos en cuenta:

         Si la crítica nos la hacen de forma agresiva, insultando y gritando, lo mejor es acabar o cortar la conversación lo antes posible. Para ello se pueden utilizar frases del tipo "otro día lo hablamos", "éste no es el momento adecuado para hablar de ello", "dejemos pasar un tiempo para tranquilizarnos". Obviamente, cada persona es un mundo con caracteres distintos; y el grado de ofensa puede ser muy alto. Pero debemos entender que si entramos en esa espiral agresiva, además de ponernos a la misma altura de esa persona; pueden aflorar los instintos más inconscientes.

         El tono de voz es una importante herramienta de gestión en esta situación, o ante cualquier murmuración. Tratemos que sea neutral e indiferente. A mí, de forma particular me da excelentes resultados ir bajando poco a poco el tono de voz (sin dejar de ser firme, casi arrastrando las palabras) durante la conversación; la otra persona debe esforzarse para escucharnos y por naturaleza, somos seres miméticos: influiremos en su estado emocional. Incluso, usando bien el tono de voz, podemos conseguir que la conversación fluya, baje el probable grado de agresividad; e incluso lleguemos a sacar conclusiones positivas.  

         Tenemos que valorar, si ese es el momento adecuado para justificarnos. Pedir disculpas o dar demasiadas explicaciones, en determinados ámbitos, ante una crítica; denota inseguridad, e implicaría reconocer que hemos cometido un error.

         Esa crítica puede estar fundamentada o en parte. Puede ser conveniente reconocer lo que nos están diciendo: es una forma de frenar a nuestro interlocutor. Aunque este hecho de reconocimiento, puede ir marcado por cierto grado de ironía; que puede servir para que la otra persona se dé cuenta, de que estamos preparados para recibirla.  La forma de hacerlo puede ser agradecer la crítica, dar la razón, y si es necesario y oportuno pedir disculpas y admitir que se ha cometido un error. Y desde luego si no lo hemos cometido, dejarlo claro; pero siempre abiertos al comentario constructivo ¿por qué no?

         Otras veces, esas invectivas no están claras, o la persona que la suelta no es capaz de verbalizarla de forma entendible. La crítica es ambigua y no está muy claro el problema. Es el momento de hacer preguntas para aclarar cuál es la intención del interlocutor. Son útiles expresiones del tipo: ¿Podrías concretar un poco?, ¿Qué es exactamente lo que me quieres decir? Esta forma de actuar, además posibilita a la otra persona para que piense un poco más en lo que quiere decir, y lo racionalice.  

         No suele ser recomendable contra-atacar ni ponernos a la defensiva. Hay que encontrar el lugar intermedio.
 
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         Tenemos que aprender a distinguir la intencionalidad que hay en la crítica, quién la expresa (hay personas que no van a aportar nada a nuestra vida, y no merecen ni una caloría para valorarlas) y evalúa si se trata de una crítica constructiva. En ese caso, no está de más intentar ponernos en el lugar del que emite la crítica; y analizar lo que nos quiere transmitir, tal vez tenga algo de razón. Podemos pedirle sugerencias, preguntando al crítico su opinión, pedirle consejo, Por ejemplo hacer preguntas del tipo: ¿Qué crees que puedo hacer?, ¿Tú crees que sería conveniente que...? ¿En mi caso qué harías…?

         Si la murmuración viene de una persona querida, que nos valora y conoce con profundidad; no está de más analizar detenidamente la crítica e intenta interpretarla de forma adecuada, ya que es muy importante distinguir las verdaderas críticas de las que no lo son. A veces nos ponemos tan a la defensiva que interpretamos cualquier comentario como crítica.

Las críticas, si son bien recibidas, las podemos utilizar en nuestro propio beneficio, y son un instrumento muy útil que favorece el desarrollo de las relaciones personales.




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