COMER IMPULSIVAMENTE. SÍNTOMA DE ESTRÉS Y ANSIEDAD 1
++Una, dos ¿y?..., estrés. Pensemos en positivo. ++
Buen día, ¿qué tal os trata la vida?
Estamos
a lunes, el día para participar con un "post" que trate el estrés
desde un punto de vista positivo. Y aunque ideas, hay mil y una, a la hora de
escribir, la laxitud cerebral agarrota las falanges de los dedos y me invade
una vagancia impresentable. Así que me voy al frigorífico, cojo mi botella de
agua de 2,5 litros, y a morro directamente; la dejo medio llena. Desde los
estantes refrigerados me contemplan plátanos, huevos, leche, zumos, platos ya
cocinados… Pero en particular, una gran tableta de chocolate negro, me hace
ojitos melosos, chillándome a gritos con la mirada "cómeme, cómeme."
Su influjo hipnótico es insoportable, pero, uno que ya está de vuelta de
algunas batallas, consigue cerrar la nívea puerta de la nevera con cierto
desdén. Vaya acabo de descubrir lo que me apetece hoy escribir. Hoy va de
comida, y por supuesto de estrés. Como siempre para no perder la costumbre, al
revés del mundo: aquí se acaba el verano y la "operación bikini" que
casi todo el mundo comienza en Mayo o Junio, para no lucir michelines y lorzas
rebosando bañadores y bikinis; ahora voy y me planteo yo la campaña, en
Septiembre…
Tras determinada conducta siempre hay una razón que te motiva. Un
sentimiento, un pensamiento consciente o inconsciente que encuentra su manera
de salir a la luz. El ejemplo más claro es comer más de los necesario, aunque
podemos generalizar igual en determinados hábitos, y también vicios: tabaco,
café, cervecillas, morderse las uñas…
El
significado que puede tener este tipo de conductas, como puede ser un atracón
de chocolate, o empalmar cinco cervecitas fresquitas recién tiradas sin
respirar; varía, no sólo dependiendo de la persona sino en el momento en el que
ésta se encuentre. A ver si alguien al leer, por algún atracón esporádico, se
piensa que está chungo.
La
gran mayoría de las personas, por no decir todas, se han dado alguna vez un
atracón de comida. Muchos lo definen como una pérdida de control en la que no
han sabido o no han podido parar a tiempo. Algunas después, piensan que no
debían haber comido tanto o tal alimento, se les llena el ánimo de culpa,
provocándoles ansiedad, estrés, o un mayor grado de ambos (ya he repetido de
forma cansina, que para mí ambos términos son sinónimos gemelos). La persona
sabe que su forma de alimentarse no es sana, pero le cuesta cambiarla. Entra en
un círculo vicioso: se siente mal por ganar kilos pero esa misma ansiedad les lleva
a seguir comiendo; agravando el problema, tienen ansiedad y estrés por la
comida. Esta conducta no suele producir placer o lo produce de forma inmediata
pero efímera (caso de dulces, chocolates, cerveza…); y también se desarrolla
rápidamente, como si alguien fuera a pillarnos.
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